lunes, 25 de abril de 2022

Divagaciones de una marciana

A veces visito la tierra, a veces navego en una órbita en paralelo, porque soy de Marte y la vida en Marte es diferente, es infinita, es intensa.

A veces mi órbita cruza cerca del sol, y sus rayos me calientan de forma efímera, otras veces se diluye en el lado que da sombra al mundo, hiriente y punzante, con el hiperfoco puesto en una existencia incomprendida e incompleta. 

La vida en Marte no es fácil. Pero tiene sus cosas bellas. Lo mundano se hace a un lado y lo trascendental llega a mi mente de visita, haciéndome preguntas y cuestiones fuera de serie y de regla. Y desde ahí los sueños se hacen reales, las metas se vuelven tangibles y los miedos bloquean en los primeros segundos con sus pasajeras inseguridades, pero luego se transforman en retos, deseosos de sortear todas las piedras. 

En Marte no hay tiempos compuestos y, a veces, tampoco plurales. No existe estabilidad ni regularidades. Allí impera el presente, la intensidad es filosofía, y la euforia y la derrota se aceptan como estados de una misma línea. 

La vida en Marte rechaza la cotidianidad por una realidad extraña , mitad dulce, mitad amarga, mitad plantencentera, mitad insoportable, que a veces llena y otras destruye. Allí fluyen los extremos, los blancos y negros, o siento en alta definición o me desvanezco. No hay término medio. 

La vida en Marte es distinta. Es como pocas o como ninguna. Sencilla y complicada. Pero al fin y al cabo es pura vida.. Vida que fluye inimaginablente en Marte... Única, irrepetible e inigualable.

Paula Xirasola Returns