En esta tarde de lluvia,
hemos coincidido en la misma sala de espera. Tu tienes 10 años y yo 27 pero
compartimos el mismo problema.
En silencio, desde mi
asiento, te observo. Te revuelves en tu silla y escudriñas con tus ojos todos
los rincones de estas cuatro paredes, a la vez que le dices una y otra vez a tu
madre “mira esto” “ mira aquello” "mira lo otro"
Te levantas, te sientas,
te vuelves a levantar, das un par de vueltas por el pasillo, vuelves a tu
sitio, sacas de tu maleta unos lápices y te pones a dibujar pero cuando vas a
buscar el afilador de repente descubres un libro y empiezas a pasar las hojas nuevamente reclamando la atención de tu madre, mientras los lápices esperan en el suelo, a que te acuerdes de ellos.
De pronto, aparece una
enfermera y te regaña por “el cristo que tienes montado” en la sala de espera.
Tu mamá reacciona y se enfada contigo a lo que tu respondes llorando y gritando de
forma descontrolada. En menos de un minuto, ya te has quedado sin “wii”, sin el
balón y sin el ordenador y eso aumenta los decibelios de tu llanto hasta unos
límites casi insoportables para el oído humano.
Tu no entiendes a tu madre, no
entiendes por qué se enfada pero he de decirte que tu madre está luchando por
ti, en un mundo muy difícil para los niños como tú y, aunque esto no lo
comprendas hasta que seas mayor, ella siempre estará a tu lado a pesar de que
parezca que no quiere hacerte caso.
Me gustaría acercarme a ti
y contarte un par de cosas o simplemente molestarme en poner atención en todo
aquello que quieres mostrarle al mundo entero pero tu madre ya me ha puesto
mala cara. No soporta que nadie te juzgue ni si quiera con la mirada, tampoco
sabe que soy igual que tu así que tendré que conformarme con pensar que puedo
decírtelo.
Quisiera decirte que te
entiendo. Que sé que es lo que te ocurre. Sé que tienes tanta energía como yo y
millones de ideas que van y vienen como esos coches de F1 que
tanto te gustan. Sé que buscas el cariño de los tuyos y que, si tan solo te
demostrasen un poquito más que te quieren, aunque seas impulsivo, te volverías más tranquilo. Sé que no te gusta venir aquí, yo también lo
odiaba cuando era más pequeña pero, detrás de esa puerta está la clave. Ahí
dentro hay alguien más dispuesto a ayudarte.
Quisiera decirte que no
estás solo ni loco, simplemente tienes un pequeño problema que se resuelve con
ayuda, medicación y un poquito de paciencia.
Quisiera decirte que lo
aceptes, que no creas que tienes un defecto pues no lo tienes. Simplemente eres
un niño hiperactivo e impulsivo que si sigue los consejos de su médico llegará
lejos. Tu sabes bien lo que significa eso, a ti no te importa ser el que mejor
notas tenga, o el que posea más juguetes, tu lo que quieres es que te valoren y
que te quieran tal y como eres. Eso es lo que significa para ti y para mi
llegar lejos... Otros sueñan con ser grandes figuras en la tierra, tu y yo solo
queremos amor y respeto.
Me gustaría que
comprendieses que tu no tienes porqué ser como los demás, tu eres diferente
para mal pero sobre todo para bien y créeme, cuando seas mayor, habrás superado
todo esto y serás una persona increíble y llena de talento.
A lo largo de tu vida
probablemente te encontrarás con muchas clase de personas. Gente que te dice que
hoy en día hay que ponerle nombres a todo y que los niños como tu no son más
que niños rebeldes.
También te encontrarás con
algunos pedagogos y profesores que se empeñan en ver hiperactivos donde no los
hay y luego pasa lo que pasa, que la sociedad nos estigmatiza y dice que ahora
está de moda ser hiperactivo.
Durante tu etapa infantil
y adolescente te pondrá toda clase de etiquetas. Que si eres desorganizado,
despistado, que si no acabas lo que empiezas... incluso dirán de ti que eres un
desastre. Te catalogarán como insociable, anarquista, rebelde, transgresor de
las normas, inquieto, revoltoso, pesado, charlatán, inaguantable,
desquiciante...
Pero debes obviar todo eso pues, esas
etiquetas, son el verdadero problema del TDAH.
Son las que responsables
de tu falta de interés, de que mientas para tener algo que le pueda interesar
al resto y así dejen de aislarte, de que sientas que estás hecho polvo, de que acabes por no quererte a ti mismo.
Tu vida sería más sencilla
si, en el colegio, en lugar de tratarte como un niño “especial” se molestaran
en tener un poquito de paciencia. Porque no eres un niño con retraso, eres un
niño inteligente, creativo, un niño que tiene más imaginación que el resto. Un
niño con ciertas carencias sí pero sobradamente capacitado para cumplir sus sueños.
Desgraciadamente el TDAH
tiende ser crónico y tal vez llegues a tu edad adulta cargando con ello. El
mundo de los adultos es aún más cruel. En tu trabajo te infravalorarán y te
pondrán puestos inferiores a tu valía porque ya han dado por hecho que no vas a
llegar más lejos.
Debido a tu transparencia
tendrás pocos amigos pero buenos y habrá mucha gente que te haga daño porque
sabe cómo hacerlo y habrá mucha gente que te admire pero carezca de la paciencia suficiente para pasar un par de horas a tu lado.
Y llegará un momento en
que dejes de querer ser tu mismo y de entregarte de cuerpo y alma a todo
aquello que amas.
Es en ese momento cuando debes ser fuerte una vez más y no
desistir. Debes aceptar quien eres y ver el lado positivo de tu TDAH porque aunque
no lo creas, también lo tiene.
Por eso te ruego que no
escuches los comentarios que hagan los demás de ti, te pido que luches y que
sigas hacia adelante, que tarde o temprano, tu esfuerzo será recompensado y
encontrarás tu lugar en el mundo al igual que lo hicieron Michael Phelps, Pablo
Motos, Leonardo Da Vinci, Vangogh, Robie Williams, Magic Jonshon…
Sé que no te presento un
mundo de color de rosa como los cuentos que lees, pero a pesar de todo quiero
animarte a encontrar esa felicidad que tanto ansías y me gustaría regalarte una
cita de José Luis Fernández Sastre para que la recuerdes como yo en los
momentos de debilidad.
“El TDAH es algo que no se
ve por eso habrá mucha gente que no te podrá entender. Pero la gente como tú,
es la que cambia el mundo.”
Grábate bien estas
palabras. Grábatelas a fuego. En la piel Tatúatelas si hace falta.
Porque la vida no está
para lamentarse ni para escapar, no está para esperar a que sucedan las cosas,
no está para que te ayuden a llevarla ni mucho menos está para que otros la vivan por ti.
La vida está para
vivirla, para disfrutarla desde el principio hasta el final. Aunque te falte
una pierna, un brazo o aunque cargues con un trastorno invisible como es el TDAH.
No vale rendirse, hay que
insistir, resistir y nunca desistir. Porque ninguno de nosotros tiene siete
vidas y aunque haya cosas que no podamos cambiar, siempre hay cosas que podemos
mejorar. Siempre hay un camino que
podamos tomar o crear, siempre hay un sueño que podamos hacer realidad.
Yo creo en
ti, yo me muevo por el TDAH
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