martes, 1 de marzo de 2016

ALAS PARA VOLAR


Desde el principio habían estado ahí. Insignificantes, frágiles, y diminutas. No representaban más que una pequeña elevación abultada en su espalda.

A la par que crecía, esas extensiones de su cuerpo también lo hacían. Primero se desarrollaron los cartílagos, luego las cobertoras y tras ellas fueron apareciendo plumas de colores abstractos e indefinidos que emanaban un resplandor especial, un auténtico brillo propio.

Entonces no pudo seguir negando la evidencia. Había nacido con alas.

Con alas para volar.




Dedicado con muchísimo cariño a mi pequeña "Ave Fénix de Zaragoza".

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